sus dominios

La montaña asturiana es una es una tierra de osos, de fuertes relieves y de variados paisajes, fruto de una historia de supervivencia de sus pobladores.

Desde que el hombre se asentó en estas montañas de la Cordillera Cantábrica ha intentado domesticar el medio natural, adaptándolo a sus necesidades, en busca de lugares dónde asentar sus pueblos, creando imbricadas redes de comunicación y aprovechando los recursos que les brindaba la naturaleza para sobrevivir.

Así, hasta hoy nos llegan unos paisajes de montaña caracterizados tanto por el propio relieve de la Cordillera y su clima como por los aprovechamientos históricos de sus pobladores, que han transformado una cubierta vegetal en la que originariamente dominaban extensos y continuos bosques.

Normalmente los pueblos se sitúan en los fondos de valle, junto a las vegas de los ríos con suelos fértiles en los que cultivar. Con el objeto de alimentar el ganado, los bosques cercanos situados a menor altitud se convirtieron en prados. A mayores alturas, se aprovecharon y mantuvieron pastizales naturales en los que se construyeron brañas o majadas, utilizados en un sistema de trashumancia estacional para obtener pasto todo el año.

Los bosques se han conservado principalmente en las laderas de umbría, las orientadas al norte, intercaladas con matorrales, hoy en gran medida originados por abandono de zonas de pasto.

En las cumbres de las montañas, los ecosistemas se han mantenido más inalterados, por su dificultad de manejo y acceso. En ellas no crecen bosques y dominan los roquedos, junto a los pastos naturales y matorrales de alta montaña.

Así, el oso pardo, que en origen disfrutaba de abundantes y extensos bosques, hoy habita en un mosaico de ambientes por los que se mueve a lo largo del año en busca de alimento y cobijo y donde convive con otras especies emblemáticas de la Cordillera, además de con los habitantes de estas tierras.

Estos territorios de la montaña asturiana se consideran hoy día como lugares de alto valor ecológico y cultural, por lo que se encuentran prácticamente en su totalidad protegidos. Así, la zona de distribución actual del oso pardo en Asturias abarca desde el Parque Natural de Las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias, el de Somiedo y el de Las Ubiñas-La Mesa en el occidente, hasta los de Redes y Ponga en el oriente.