¿Qué los amenaza y cómo protegerlos?

Hoy en día la clave de la pervivencia de la especie se encuentra en la cohabitación entre los osos y las actividades humanas.

El oso pardo es un animal ágil y fuerte y sus enemigos naturales son contados. Únicamente el hombre le ha amenazado con su caza desde antaño, considerándolo como un animal peligroso que causaba daños al ganado y los cultivos, y que además era una pieza digna de la nobleza o la realeza.

Debido a su persecución, la distribución de la especie en la Península Ibérica ha pasado de ocupar prácticamente todos los sistemas montañosos a tener actualmente una distribución muy reducida. Hoy día quedan únicamente dos poblaciones aisladas entre sí, una en Los Pirineos y otra en la Cordillera Cantábrica.

El acusado declive poblacional y el creciente interés por la conservación de la naturaleza motivaron que se dieran los primeros pasos hacia su conservación en los años 50 con la prohibición de su caza, aunque hasta los años 70 no fue declarada especie protegida. Desde entonces a esta parte, los esfuerzos por su preservación han ido en aumento, tanto en lo relativo a gestión y normativa, como a la sensibilización de la población.

Entre los factores que han puesto en peligro la supervivencia de la especie, además de la persecución directa por caza o furtivismo, se encuentran la destrucción de su hábitat y la fragmentación de sus poblaciones. El pequeño tamaño de sus núcleos reproductores ha favorecido una considerable disminución de la variabilidad genética, lo que constituye un riesgo importante para su supervivencia. Por todas estas razones está declarado como especie en peligro de extinción.

La protección del oso pardo pasa por conservar su hábitat, manteniendo zonas de bosque autóctono extensas y continuas, por combatir el furtivismo y por facilitar la convivencia de la especie con el desarrollo de las poblaciones rurales. Por tanto, la clave de la pervivencia de la especie se encuentra en lo que hoy día se llama la cohabitación entre el oso pardo y las actividades humanas.

Los esfuerzos llevados a cabo en las últimas décadas parecen estar dando sus frutos en la Cordillera, donde las estimas del número de osos van en aumento y se ha constatado el intercambio genético entre las dos subpoblaciones cantábricas. Esta última es una gran noticia para la especie, ya que el pequeño tamaño de la población es uno de los mayores problemas para su viabilidad.

Un ejemplo del interés de las poblaciones locales en la búsqueda de un compromiso entre desarrollo y conservación de la especie es este proyecto de cooperación entre territorios oseros asturianos. Esta iniciativa persigue la regulación y el desarrollo ordenado de actividades de ecoturismo vinculadas a la especie y sus hábitats, siempre bajo el prisma de su compatibilización con la pervivencia del oso pardo en la Cordillera.